Las personas, a medida que crecemos y nos desarrollamos, empezamos a plantearnos preguntas trascendentales en algún punto de nuestra vida. Las preguntas trascendentales hacen referencia a aspectos tales como: de dónde venimos, por qué existimos, si tenemos o no algo importante que hacer en esta vida, si existe la reencarnación... y quizás otras tantas más personales.
La historia de la filosofía nos muestra cómo en diferentes culturas se planteaban corrientes de pensamiento de este tipo, dando lugar a los grandes pensadores de la historia tales como Platón, Aristóteles, Kant o Nietzsche... entre otros.
En nuestra Era existe mucha desconexión de la naturaleza y de nosotros mismo, creyendo que ya lo hemos inventado todo, y paralelamente hay infinidad de personas que no entienden o encuentran el sentido de su vida. ¿Te ha pasado alguna vez? ¿Sentir que lo tienes todo y no ser feliz? ¿Sentir que te faltan cosas y tampoco eres feliz?
Esto suele ser algo muy común para las generaciones de finales del siglo XX y principios del XXI, pues nuestras referencias parten desde una etapa medieval con muchos arcaicismos que aún mantenemos a nivel cultural, tanto de hábitos, como formas de pensamiento y es, en la actualidad, cuando empezamos a mirar en nuestro interior y le ponemos nombre a las emociones dándoles la importancia que tienen. Es ahora cuando estamos, de nuevo, cambiando las formas de ver la vida y escribiendo nosotros mismos nuestra historia, y claro, no llevamos mapa de ruta para saber qué es lo correcto y qué no lo es.
Afortunadamente tenemos algo muy valioso que hemos descubierto recientemente y se ha convertido en nuestra brújula. Se llama mentalidad. Esto, unido a las emociones, nos aporta un significado para saber qué queremos independientemente de lo que se haya vivido o hecho en etapas anteriores, y es ahí, cuando descubrimos que tenemos la opción de elegir, de ser dueños de nuestra vida, y sobre todo, que podemos ser felices.
Tenemos una barrera importante que saltar, y ese es nuestro entorno, pero poco a poco, cuando decidimos conocernos a nosotros mismos, aprendemos a ver la grandeza que tenemos como seres humanos y la libertad que genera para poder cambiar y mejorar nuestras vidas.
Todo empieza por hacerse preguntas cuestionando si la educación que hemos recibido es inamovible o quizás, podemos escribir valores nuevos gracias a estas nuevas formas de vida para las siguientes generaciones.